La Joya del Pacífico

Uno de los protagonistas del documental «Joyas del Pacífico» se explaya sobre sus motivaciones para investigar en la música de Valparaíso.Por LFSPublicado el 30.05.2018 · 11:10 UTC-4Caminar por las calles de Valparaíso junto a René Cevasco es como acompañar a un concejal: lo saludan, le tiran la talla, le entregan discos o le piden favores. Porque este viñamarino de 49 años, veterano del underground noventero de la Quinta Región, es toda una autoridad del periodismo local. Un prestigio labrado como redactor en diarios y revistas, jurado en concursos de nuevos talentos, presentador de libros y, principalmente, anfitrión del programa “Rockceanía”, que hace once años emite diariamente la Radio Valentín Letelier de la Universidad de Valparaíso, donde han comparecido buena parte de los músicos porteños actuales y pasados.Cevasco entiende, como pocos, que la labor de un periodista musical de un país tan alejado del centro de la industria como es Chile, no puede limitarse a pasar música por la radio o escribir una nota. Debe ser un activista, un promotor, y allí están los cientos de conciertos que ha organizado en las salas de la Radio Valentín Letelier llamados “Toma Directa”, en estrecha colaboración con sellos locales, o el libro Señales crujientes (2008), sobre los textos en las canciones de Alvaro Peña. Y va por más.Obsesivo para perseguir las piezas que desea, apasionado cuando defiende el papel de Valparaíso en la historia nacional, se lo puede ver en tocatas, bares o locutorios recitando, como en una letanía, grupos, sellos y años de edición. René Cevasco se impuso la misión de demostrar que en Valparaíso germinaron varios de los más relevantes y populares géneros en Chile, y para eso colecciona discos y prepara un libro sobre la música electrificada del Puerto en torno al concepto de “Valparaíso Salvaje”.Si en el documental Las joyas del Pacífico puede vérselo hablando de su labor como periodista e investigador, comprando discos en las ferias libres o intentando develar lo particular de la música de Valparaíso, en la siguiente entrevista, profundiza en cada uno de esos aspectos.Preséntese.—Soy periodista especializado en música popular y docta. Como lo primero da más réditos, es a lo que principalmente me dedico. Antes de ser periodista, estudié algunos años de antropología en la Universidad Austral, ya que mi meta era ser arqueólogo. Creo que eso profundizó mi curiosidad por la historia y sus procesos y cómo la podemos entender desde restos materiales, los cuales son productos culturales que constituyen variables medibles de rasgos que configuran elementos de identidad. Entonces un disco es para mí homologable a una cerámica, por ejemplo. Y tener contacto directo con la materialidad, te da una visión más profunda sobre el contexto de tiempo y espacio que estos restos definen. Como habitante de Valparaíso, estoy permanentemente comprometido con el rescate de la memoria y la tradición de los distintos ritmos musicales que, a través de su ingreso por este puerto principal, se divulgaron luego a lo largo de Chile.El Congreso – “Maestranzas de noche” (1971)

¿Cómo describirías tu colección de discos?—Me referiré sólo a los vinilos, porque en cedés debo tener unos tres mil discos o más, entre lo docto o popular. Principalmente en vinilo, me interesan los ritmos populares desarrollados en el país desde fines de los 50. Ese material no lo vas a encontrar en ningún otro país, lo que te hace ser también su guardián. Mi soporte favorito es el single de 45 rpm, concepto al que, paradójicamente, la cultura digital nos ha involucionado, con la crisis del álbum. También todo aquel material clásico de la segunda mitad de los 60 hasta 1973, como la Nueva Canción Chilena o el rock. Me enfoco en mi región, en algo que temáticamente llamo “Valparaíso Salvaje”, que corresponde a la electrificación relacionada con el rock and roll pionero y la cumbia, así como la llamada “canción cebolla” con Lalo Escobar y Jorge Farías. Otro ítem que investigo es el Festival de Viña, y las publicaciones fonográficas relacionadas con él, en especial la Competencia Folclórica, para entender por qué esta se suspendió, si los temas seleccionados distan de lo que entendemos por canción comprometida o política.Jorge Farías – “El bazar de los juguetes”

—¿Qué diferencia ves entre un coleccionista y un investigador?—Un coleccionista busca y guarda para sí. Su capricho es completar el insectario, para goce personal y satisfacción frente al objeto como fetiche per se. El investigador, en cambio, reconstruye a través de la recolección y recontextualización de objetos materiales, como vinilos, cintas, fotos o artículos originales de prensa, un período y espacio determinados dentro de la historia de la música. Si a ello sumamos la posibilidad de entrevistar a actores y testigos vivos, los resultados son más satisfactorios, pero siempre se debe triangular y verificar toda información obtenida, ya que la memoria a veces distorsiona los hechos. Entonces, tras un período de reflexión, el investigador comparte el conocimiento recolectado con el público, ya sea a través de un libro, artículo, ponencias o programas radiales o de televisión. Un investigador, aunque parta desde un tema con nula o deficiente información, contrastará sus observaciones con la historiografía previa relacionada y desde el cuestionamiento o verificación de ésta, hará su propuesta y generará diálogo con otros investigadores dentro de esa área específica a partir de su discurso propio. Pero, hay algo muy profundo también y que tiene que ver con el sentir la música. Se trata de compartir, porque finalmente la música es una manifestación cultural de carácter social, por lo cual mientras con más gente puedas compartir y disfrutar un puñado de canciones, más potente es la experiencia de la música.¿Cuáles son tus discos más valiosos?—Están los obvios, como los elepés Kaleidoscope men de Los Mac´s o Sicodelirium de Los Sicodélicos, pero hay otras cosas valiosas, que no alcanzan esas cifras, por lo poco conocidas, y por lo tanto es complejo aplicar la ley de la oferta y demanda. Entre los singles, aparte del debut de Los Mac´s de 1964, creo que el primer single que tengo registro del pionero del rock and roll nacional, Harry Show, “Samba Barrie” / “Tutti Frutti Nena”, que son dos títulos originales suyos prensados por la Odeón, creo que en 1962 o a inicios de 1963 (no se indica año en el original), lo que lo transforma en dos cosas: una grabación que para ese momento es un verdadero relicto de lo ocurrido en el Puerto hacia 1956 con el estreno de la película Semilla de maldad (donde Bill Haley y sus Cometas interpretan “Rock around the clock) y el nacimiento de las propuestas de William Reb y el mismo Harry, y que para la actualidad hacen de este 45 rpm, un verdadero disco con carácter de santo grial o incunable. Otro, absolutamente subvalorado, es Los Pájaros Locos con “Amelia” / “El Pajarito”, realizado también por la Odeón, pero en 1966. Ambos cortes son originales de Gastón Alvarez, el primer gran guitarrista de rock nacional.Los Sicodélicos – Sicodelirium (1967)

—También valoro mucho “Primera cita”, otra cumbia electrificada de 1966 grabada por Los Tigres para la Odeón, cuyo reverso es un hermoso guiño al estilo de Los Blue Splendor con “Todo terminó”. Finalmente, del sello viñamarino Pleno, Cecilia Ossa con “El paraguas del amor” / “La nota falsa” de 1966 y la primera grabación de Payo Grondona, “La conversada” / “Coplas numéricas”, en donde ya encontramos todo ese sentido de ironía y humor tan propios suyos, y que madurara en la Dicap dialogando con la cumbia y el rock.Payo Grondona – “La conversada” (1966)

¿Cuál ha sido tu mejor hallazgo?—Creo que el primer sencillo de Los Mac´s, editado por el Consorcio de Radio Chilena en 1964. Un ex técnico de mi emisora me comentó que había encontrado unos singles viejos en casa de sus abuelos y me los ofreció. Buscando dentro de una suerte de álbum de sencillos, apareció “Miedo de amar” / “Está bien”. Casi me voy de espaldas, porque en lo personal me parece el “Love me do” de Los Mac´s. Así que, como hito fundador y formativo, me interesa mucho más que un álbum ya clásico, como Kaleidoscope men.¿Cuál es la joya más preciada, la que buscarás por siempre?—Uf, algo que busco y busco es un single del que me habló (el vocalista de Congreso) Pancho Sazo, una producción porteña independiente de un hombre de radio de mediados de los 60 que se hacía llamar Lord Jim, Juan Díaz Roldán, y que las calcetineras y coléricos apodaban “el cara de vaca” para su rabia. Según Pancho, Lord Jim aparecía en la carátula remedando la estatua de Lord Cochrane, pero en vez del catalejo tenía una botella en la mano. Lo otro sería encontrar el santo grial absoluto: la cinta de carrete que el técnico de radio Valentín Letelier Luis Pizarro grabó con los Jaivas, pero con repertorio de Los High Bass (la primera encarnación del conjunto de Viña del Mar). Claudio Parra, su pianista, me dijo que esa cinta se perdió en una fiesta en la extinta discoteque Topsy del balneario de Reñaca. Siempre he tenido la esperanza que don Luis haya dejado una copia de ello. Sería oro puro al mostrarle a Chile cuál era el estándar de los repertorios latino populares en una banda promedio de nuestra región…Después de todo esto, ¿cuáles crees que son los principales hitos o aportes de la música de Valparaíso en el contexto nacional?—El primero es Harry Show, en su calidad de pionero del rock nacional y que logró grabar, al contrario de William Reb. Su primer sencillo para la Odeón junto a Los Truenos, al constar de temas originales nos acerca al pionerismo porteño en el rock and roll de fines de los 50, del que hay algunos testimonios en prensa y muchos relatos orales, pero no grabaciones. Por esto, ese registro de “Samba Barrie” / “Tutti frutti nena” es un verdadero relicto de ese período, y se nota en la música, primitiva y cuadrada, como me hizo notar una vez David MacIver (guitarrista de Los Mac’s), y que en ese sentido se diferencia de la primera entrega de Los Mac´s, que vendría a ser parte de la segunda generación de rockeros de la ciudad. Genial es el lado A de su segundo sencillo, “Marina twist”, que no es otra cosa que un rock and roll disfrazado de twist que describe toda la onda de La Cuadra y los marinos bohemios que deben ser sacados a la fuerza de los locales por la policía naval para volver a sus bases o barcos, al terminar su dispensa.Harry Show y sus Truenos – “Niño Popis”(1962-63)

—Los cuatro o cinco primeros 45 rpm de Los Mac´s son otra muestra interesante, como dije de la segunda generación, en donde cantan en español antes de “La muerte de mi hermano” y creo que ponen en jaque la odiosa y añeja división entre lo que se entiende por rock chileno dentro de la historiografía criolla que se ha construido a partir de las categorizaciones de Simon Frith u otros similares, por la mayoría de los autores nacionales, desde fines de los 80 en adelante. Esa tesis nadie la ha cuestionado o puesto en duda hasta hoy, a pesar de que representa una lectura binaria de la realidad del siglo pasado y no se sostiene en el actual mundo digital y diverso.Los Mac’s – “Está bien” (1964)

—Otro punto mayor son Los Tigres y Los Blue Splendor. Los primeros con un sonido más sucio y rudo que los segundos, representan muy bien esa cosa salvaje de la bohemia porteña antigua. Twist duro, balada, cumbia o cueca son parte de su repertorio, que abarca 19 singles y un elepé split junto a Los Ramblers. Además, la personalidad de Lucho Zapata, su vocalista no vidente y los trajes de rayas atigrados de la banda, le otorgaban mucha actitud sobre el escenario. Los Blue Splendor han tenido algo más de reconocimiento, gracias a una contundente lista de éxitos propios y una interpretación más refinada, si así podemos decirlo, que Los Tigres.Los Tigres – “Pantalones ajustados” (1964)

Los Blue Splendor – “Amazona” (1965)

—No puedo dejar de mencionar a Los Bumerangs y Ray Alex y sus Challengers, agrupaciones con discos editados en 1964 los primeros y 1965-66 los segundos, en las cuales participó como saxofonista Alvaro Peña, posteriormente miembro de The 101’ers junto a Joe Strummer en Londres y autor de “Bebiendo mi propia esperma”, que hace 40 años se coronó como un primer intento de un punk latino, por su lírica existencialista – nihilista y los principios de independencia comercial y del “hazlo por tí mismo”.—Un hito capital son Los Pájaros Locos del guitarrista Gastón Alvarez, autor de sus temas. Reconocido por Eduardo y Claudio Parra como gran referente para Los Jaivas, “ya que tocaba como Carlos Santana cuatro o cinco años antes de él” y cuya marca se puede notar al escuchar la guitarra de Gato Alquinta en “Ayer caché” o en el “Tema de los títulos”. El registro fundamental de 1966 de “Amelia” / “El pajarito”, nos enfrenta a dos mundos: el de la música con influencia anglo como la de Los Shadows y el estilo de Mark Harvin, y el de la cumbia electrificada que se vincula a la escuela del Perú y que llegó por vía marítima.Los Pájaros Locos – “Amelia” (1966)

—Por último, los títulos bajo el sello independiente Pleno de Viña del Mar, de Julián García Reyes. A través de los ocho discos que publicó, con el trabajo de Cecilia Ossa, Los Masters (pre Congreso), Los Fratellos, Los 4 Hits, Payo Grondona y Jaime Soval, dan cuenta de otro aspecto del Gran Valparaíso, que es la variable del Marga Marga, con un sonido más refinado, muy en la línea de la Viña del Mar del alcalde Gustavo Lorca, esa de la Orquesta del Casino dirigida por Izidor Handler y los primeros festivales de la Canción.Cecliia Ossa – “La nota falsa” (1966)

—Lo interesante es cómo la copia y adaptación de los modelos electrificados anglo logran dar un giro que fue signo de los tiempos, y que a través de la hibridación logró madurar hacia una propuesta de carácter territorial e identitaria con Los Jaivas, El Congreso y Congregación, con este último considerado como una agrupación de Santiago, sin tener en cuenta que su cabeza, Antonio Smith, nació en Valparaíso, y que para él, el sonido del mar y la escucha de la cumbia porteña, fueron elementos fundamentales para el desarrollo de su obra. Y es que es necesario comprender la fuerte influencia de géneros tradicionales latinoamericanos practicados en la bohemia de Valparaíso, como la mencionada cumbia, el mambo, el chachachá, el bolero, el vals peruano o el tango, que eran parte natural del ADN y del background de aquellos jóvenes creadores. Ellos son los que a fines de los 60, dieron este vuelco que, comprendido así, resulta natural dentro de una visión estética que recolocaba a la canción americana como centro de su repertorio transmutado por la electricidad y el uso de la tecnología.Los Jaivas – “Ayer caché” (1972)

¿Qué pasará con tus discos cuando dejes este mundo?—Mucho lo he pensado, no quiero que todo termine siendo ofrecido a vil precio en una cuneta. Me gustaría o bien donar a una institución relacionada con la música, o bien crear una en la región, para que este material siempre permanezca acá como muestra de una época y una tradición que nos puede servir de referente para proyectarnos al futuro.¿Qué le recomendarías a alguien que no conoce Valparaíso sobre la ciudad, cómo lo invitarías?—Que Valparaíso se conoce a pié y al azar, como bromeábamos con un amigo de infancia cuando comenzamos a explorar la ciudad hacia 1985. Al poco tiempo, el dibujante Lukas dijo lo mismo. Por cierto, su Apuntes porteños es básico para comprender a la ciudad-mito y el contraste con su dura realidad. Hay que leerlo antes de empezar a caminar por su plan y cerros. También recomiendo las películas Valparaíso mi amor y Ya no basta con rezar del Dr. Aldo Francia. Ahí ésta presente nuestra gente pobre pero digna, ya que la pobreza se debe entender como parte del ser de la ciudad. Nunca ir con una agencia de turismo o un guía, por lo general, no comprenden ni saben más allá de lo que tengan que reproducir como papagayos de un texto previo.Valparaíso mi amor, de Aldo Francia (1969)

—Y claro, siempre visitar los cementerios antiguos, que dan cuenta de un pasado cosmopolita no tan lejano. Tampoco dejar de visitar lo que queda de La Cuadra, el entorno de Plaza Echaurren y la Matriz, así como Subida Cajilla, en donde el que sabe puede encontrar hasta vestigios de la Colonia. Ahí están las fundaciones de la república y de esta ciudad que nació desordenada.

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