Mapeamos las propuestas musicales de este territorio, enfocándonos en sus principales exponentes. Parafraseando a Osvaldo “Gitano” Rodríguez en “Valparaíso”.

Por René Cevasco MattheiPublicado el 30.10.2020 · 12:29 UTC-3«Yo quería una vida / una simple vida de verdad / Yo tenía una vida / yo tenía una simple vida en la ciudad / Y era feliz, feliz, feliz…». La voz de Naty Lane resuena electrificada a través del amplificador que copa de rock al departamento 7 del edificio Bauhaus en Cochrane 87, Barrio Puerto. Se le conoce como Hotel Chelsea (legendario albergue de Nueva York en donde vivieron artistas de todo tipo), por los músicos que lo habitan, y que integran grupos como Sonora de Llegar, Kahli o los desaparecidos Fatiga de Material.La bajista imprime potencia a la canción con la que toma protagonismo en el trío Adelaida. “Lele” Holzapfel mantiene el vértigo del ritmo en su batería. Jurel Sónico dispara su impetuoso solo de guitarra. Con vehemencia dan vida al corte de dos minutos que cierra el disco “Animita”.Es una escena de las sesiones 77/7, en la que integrantes de otras bandas y amigos se reúnen a disfrutar de una noche de música con un cartel de grupos de la zona, entre pizzas y tragos que Naty y sus compinches venden para ayudar a pagar su arriendo.“Animita” (sello Mescalina) debe su nombre a la manda que Jurel hizo en 2018 a Émile Dubois, asesino serial de origen francés fusilado en 1907, sepultado en Playa Ancha y transformado en personaje de culto. Resultó: Adelaida ganó el premio Pulsar al Mejor Artista Rock con el disco “Paraíso”, superando a Aguaturbia y Electrodomésticos y un año después de ser finalistas en el mismo premio a la música chilena con “Madre culebra”. Con “Animita”, el disco siguiente, se agradeció el favor concedido. También confirmó a la banda más sólida y exportable del lugar a través de trece temas que recorren indie rock, grunge y shoegaze. Con “Yo tenía”, su nuevo single, parecen aludir a un tiempo tan lejano como el horizonte de agua. Es como una letanía nostálgica, cuando Valparaíso hoy vive su hora más oscura, arrasado por fuego, abandono y pobreza.Dura realidad de la urbe patrimonial que ensueña al turista cosmopolita e inspira a artistas que la visitan. Más aún considerando su historia musical pionera que sirvió de fundamento para que Unesco la declarara “Ciudad Creativa de la Música” el año pasado, lo que buscaba ser un impulso para un desarrollo económico esquivo en comparación a los días de gloria anteriores al terremoto de 1906 y al golpe de gracia del Canal de Panamá en 1914. Porque a fin de cuentas el gran activo del puerto es la música, como quedó retratado en el corto documental “Las joyas del Pacífico” (2018), dirigido por Vicente Subercaseaux y producido por Red Bull Music Academy.Sólo en el ámbito del rock existe un hito fundacional preciso, como fue la presentación que el 18 de enero de 1957 dieron Williams Reb y sus Rock´s Kings en el Teatro Municipal de Viña del Mar.

Ecos del Valparaíso Salvaje

Adelaida se consolidó como legítimo heredero del “Valparaíso Salvaje”, escena que desde los años cincuenta hasta 1973 se desarrolló en la ciudad. Su epicentro fue “La Cuadra”, territorio desaparecido y foco de la bohemia de marinos, choros, traficantes y prostitutas. Los sitios eriazos de hoy no dan cuenta del acontecer bullente de El Jako, American Bar, Roland Bar o Black and White. Fue un barrio activo día y noche. Una tierra bravía de músicos que se paseaban por tangos y cuecas, boleros y cumbias, foxtrot y rock & roll.Pese a los años transcurridos, es como si en el lugar existiera un vórtice temporal. Y mientras Naty y Jurel cargan sus instrumentos fuera del “Chelsea”, los ecos fantasmales de Jorge Farías con sus gafas negras, o de Los Vagabundos con sus guitarras de contrabando, se superponen en un bucle que desafía la decadencia y el vacío existentes. De este modo se configura un Valparaíso eterno que sobrevive a su leyenda y que prosigue con chicas como Diavol Strain, dúo de dark synth wave integrado por Lau M en voz, bajo y sintes, y Ginger Blue en guitarra, teclados y batería programada. Ambas son pareja y se reconocen activistas de la disidencia queer. Su trabajo incluye los singles “Sonrisas fabricadas” y “Destino destrucción”, además de “Todo el caos habita aquí” (2018), álbum editado en vinilo por el sello alemán Young & Cold. Las Strain han girado en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica.Dentro del Gran Valparaíso es importante mencionar a Sonora de Llegar, Cuchilla e’ Mono, Michel Lefranc (Solo Contra Todos, Belga Corta Verga, Olor a la Banda), Téfiret, Mortenzen, La Yegua Negra, Molo, Pavez y Los Inseguros (liderados por Pedro Pavez), Aurora Voraz, Signuz, Boloccos, Solución Violeta, Kahli y OjorojO, todos con discos autogestionados o mayoritariamente editados bajo el alero de Acople Records.

Ser vanguardia ¡y qué!

¿Se define un territorio por los géneros musicales que se escuchan en él? Es posible. Si en Concepción los discos de The Kinks, The Who o el after punk son influencias constatables, en Valparaíso lo han sido Frank Zappa, King Crimson o Peter Gabriel.En enero de 1970 se realizó el Primer Festival de Música de Vanguardia en la Quinta Vergara, que terminó con la improvisación masiva que unió a High Bass, Blops y parte del público en un delirio noise. Sobre el escenario, “Gato” Alquinta increpó a los seguidores de los convencionales Aguaturbia, que querían más de lo mismo. “¿No pagaron una entrada de 10 lucas por música de vanguardia, ah? ¿Qué es lo que querían los mierdas? ¡Tocamos vanguardia, y qué!”, escupió Alquinta, en una suerte de manifiesto estético.Valparaíso y Viña vivían un clima adelantado en comparación con el resto del país, que configuraba una sorprendente escena cultural en todas las artes desarrolladas antes del 73. “Para ser absolutamente modernos, hay que dar un salto al vacío”, escribió el poeta Godofredo Iommi, ideólogo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso. Influenciados por su sentencia, los High Bass borraron los trazos melódicos reconocibles en sus experimentos sonoros que partían de cero.Indesmentible aporte en difundir la vanguardia es radio Valentín Letelier de la Universidad de Valparaíso, con casi 60 años al aire. Una programación arriesgada antes de 1973 incluía a “Música joven” con Aurelio “Lelo” Aguirre y Sergio “Pirincho” Cárcamo, emisión donde se compartían novedades del prog y kraut traídas de “matute” por marinos. Sin embargo la intervención post golpe de Estado sumió a la emisora en un letargo del que sólo se recuperó hacia el 2000.Actualmente RVL (rvl.uv.cl) impulsa a la escena local y chilena a través de espacios como “Rockceanía”, dedicado a la producción criolla, “Jazz 97.3”, enfocado en los ritmos sincopados, y “Sala de máquinas”, especializado en la movida electrónica. Además, siguiendo una tradición que se remonta a inicios de los setenta, “Toma directa” y “Jazz 97.3” realizan sesiones en vivo en la Sala Rubén Darío, ubicada junto a la emisora en el departamento de extensión de la Universidad de Valparaíso.

Escuela de intérpretes

Con más de 30 años de existencia, Tryo es el decano de la vanguardia y la fusión en la zona. La formación del grupo tiene como núcleo a Ismael Cortez en guitarra, su hermano Francisco en bajo y Félix Carbone en batería y percusiones. Tryo ha grabado sólidos discos publicados en Europa por Musea Records, como “Dos mundos” (2002), “Viajes” (2005) y “Órbitas” (2016), además de participar en festivales internacionales como el Baja Prog de México o Rock au Chateau de Francia, y de telonear a Hermeto Pascoal, Yes y Marillion.Al ser intérpretes de formación clásica, Tryo es una escuela para dotados instrumentistas locales que han dado vida a las bandas Flotante, Kafod o Zeptelar. Además, Ismael dirige la agrupación de guitarras eléctricas Planeta Minimal, y Félix el Ensamble Xilos de percusión, los que comparten la principal característica de Tryo: temas instrumentales.Cola de Zorro, integrado por discípulos suyos, se ubica en esta línea. Su tercer álbum, “Soma” (2018), muestra madurez y un insobornable espíritu de autogestión. Del CD se desprendió una cinta de remixes realizados por Ayeaye, Baskkt y Javier Moraga en un interesante crossover con la escena electrónica local. Además organizan permanentes presentaciones en el subterráneo de El Internado o en la sala Rubén Darío, junto a gente como MediaBanda, CAF, bandas del sello LeRockPsicophonique o Carolina Holzapfel Trío. Últimamente Cola de Zorro se integró a Umbría en Kalafate, sobrevivientes de una potente escena de folk rock margamargueño generado hacia el año 2000. Huenchunche, Cazuela de Cóndor o Uñas Negras fueron parte de ese movimiento. Todos bebían de la tradición iniciada por Los Jaivas y Congreso, abordando la fusión de raíz desde distintas veredas.

Territorio e improvisación

El 2006, Umbría en Kalafate lanzó “Psicofolclor”. El título de esa grabación sirvió de etiqueta para el movimiento y puso en el tapete la búsqueda de la identidad territorial. Largos instrumentales sobre ritmos de 6/8 desarrollaban un trance lleno de ruido, saturación y feedback. El disco “UMBRNKLFT” (2015) dio un giro hacia el post rock. Y un nuevo registro se aplazó por la pandemia.Su guitarrista, Nara de Shile, editó en 2018 la grabación “Ejercicios decimales (Un experimento a lo humano)”, bajo Mauco Records. Es el reflejo de sus investigaciones con la décima y el guitarrón chileno que se remontan a las búsquedas de Umbría. “Xumango”, su reciente material, abarca balada, pop, electrónica y tonada.Pascuala Ilabaca se vincula al nuevo folk, pero en sus trabajos hay arreglos que la entroncan con Congreso de fines de los años ochenta y con Fulano. El 2008 Ilabaca lanzó un CD con versiones electrificadas de Violeta Parra, una aproximación adelantada a la obra de esa artista chilena que hoy es revisitada por muchos. Los siguientes trabajos “Diablo rojo, diablo verde” (2010) o “Rey Loj” (2015) muestran un acompañamiento instrumental refinado junto a su grupo Fauna, lo que le trajo varios galardones en el país y el extranjero.Otro nombre referencial es Luis “Toto” Álvarez, quien fue el primer guitarrista de LaFloripondio, una banda antes cercana a la vanguardia próxima al King Crimson ochentero, a la no wave y a Sumo. Al partir, el guitarrista mantuvo la búsqueda de un lenguaje propio en los grupos Cuarteto Experimental, Ensamble Stalker y Orkesta Sputnik. Finalmente, encontró su sello en la improvisación ligada a Fred Frith y Henry Kaiser. Álvarez ha colaborado con Lukax Santana, Tatsuya Nakatani, Neg-Fi y Pierre Borel entre otras figuras participantes del Festival Acéfalo, encuentro fundado por el propio guitarrista en 2013 y que se sostiene sin ningún tipo de aporte estatal hasta hoy.Tsonami es otro encuentro de arte sonoro, iniciado el 2007. Tsonami habita la ciudad como un gran escenario e involucra a sus residentes con instalaciones, acciones sonoras, transmisiones radiales y la edición de textos teóricos. El 2018 inauguró BASE (Base de Artes Sonoras y Experimentales), en donde se ubican sus oficinas, radio y sala multiespacio.

Beats y compromiso social

18 de octubre del 2019, comienzo del estallido social. En respuesta, Sebastián Piñera declaró que Chile estaba en guerra y proclamó estado de excepción constitucional. Bajo ese régimen ocurrieron atropellos a los derechos humanos por parte de agentes del Estado. La productora Alisú, cabeza del sello Modismo Netlabel, impulsó la serie de 5 volúmenes colaborativos “Chile no está en guerra”. Los fondos recaudados se destinaron a víctimas con pérdida ocular. Esto marcó para ella un punto de inflexión en hacer música electrónica, tomando posición frente al contexto sociopolítico.Alisú fue la única mujer en la primera generación del techno local de orientación experimental. Se confiesa inspirada por el mar y el horizonte oceánico como sinónimos de libertad y exploración. Su obra se incluye en varios compilados y álbumes solistas como “Un azar diseñado por mí” (2012) y “Nave Afrodita” (2015). Acaba de publicar “Memorias de Santo Domingo”, proyecto surgido a partir de “Verano feliz”, un programa gubernamental para las vacaciones de las familias de trabajadores en la Unidad Popular en los años setenta, cuyas cabañas fueron transformadas en centros de tortura y detención bajo la dictadura de Pinochet, y finalmente demolidas en un intento de borrar la memoria.Otro netlabel o sello en línea fundamental del territorio es EPA Sonidos, iniciado en 2001 y con un prolífico trabajo que incluye a Baradit, Jack_Plug, Basskt, Gozne, ESDLCP o Hans Carstens. Los estilos abarcan un amplio espectro de ambient, trip hop, D&B, IDM, dub y minimal. Clave para la posterior interacción asociativa fue su compilado de 2009 “Junta de vecinos”, premiado por el Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso.En 2007 nació Modismo, donde participan varios de los músicos de EPA, con Basskt como encargado de la masterización del material. Su catálogo de proyección nacional incluye, además de Alisú, a Jack_Plug y Javier Moraga, responsable del espacio radial “Sala de máquinas” en Radio Valentín Letelier. Un caso excepcional es el escultor Oscar Santis. Sus influencias provienen de la música medieval y el death metal, con piezas abstractas y ruidistas que han aparecido en una serie de registros de Pueblo Nuevo.La actual camada techno está ligada al baile y sus cultores son productores de fiestas y DJ. Dentro del house de avanzada se destaca Ricardo Tobar, quien ha publicado en el sello holandés Musar. En noviembre del 2019 lanzó el EP “Evade”, de clara connotación política. Marea Idria (Tanya Córdova) es otra interesante revelación. Ella desarrolla elementos ambient, drone y voz procesada que renuevan al formato canción. Su EP “Bruma futuro” (por el sello Rata Sorda, 2020), tiene un tono atmosférico, experimental y melódico cautivante, que mantiene actualizado un rico panorama local ligado a la música electrónica.

Cebolla, tradición y horizonte

2019, verano. La Quinta de los Núñez, en el cerro La Loma, está repleta. Es una de las veladas del total de cinco en las que Aldo “Macha” Asenjo y El Bloque Depresivo juegan de local y agotan las entradas en horas. El grupo presenta “100% lúcidos”, vinilo que venden a 10 mil pesos.El Bloque sube al escenario. “El gran tirano”, clásico del bolero cantinero popularizado por Jorge Farías, tiene la pasta de un himno. Gritos y aplausos interrumpen al Macha. El programa de radio “Las cebollitas de oro” reina en el Puerto. Las canciones se siguen con distintos vocalistas invitados. Macha es generoso, comparte el micrófono. No hay ego en la tarima. Ese desprendimiento se refleja en la producción de discos para otros. Nacido en Villa Alemana, Aldo Asenjo es consciente de la mezquindad nacional y el centralismo de la prensa santiaguina, que invisibiliza o desvirtúa a la provincia, lo que lo llevó a no dar más entrevistas.El 2018 grabó al dúo entre JM (Luis Alberto Gómez) y Juanín Navarro, sobrevivientes de la vieja bohemia, en su sello Perros con Tiña. Son las voces de Los Cracks del Puerto. Macha editó un single como adelanto a “Con los cinco sentidos”, el disco debut. Una vuelta de mano al hacer suyo un repertorio popular. La idea no fue reciente. En los inicios de LaFloripondio, ya hablaba de “hacer música cuma”. No era un mote despectivo, era su forma de llamar las canciones AM que escuchaba de niño y que los siúticos nombran kitsch.La tarea tomó tiempo, pero fue natural. Primero fue hacer cuajar ideas para renovar la cumbia electrificada con Chico Trujillo. La que el “Pájaro Loco” Gastón Álvarez grabó en 1966. Cinco décadas después, “La medallita” sonaba en todas las emisoras del país. Fechas llenas, giras internacionales y una pausa en las presentaciones devinieron en El Bloque Depresivo, nuevo grupo de Aldo Asenjo. Así, al igual que con la nueva cumbia, el bolero cebolla fue sensación otra vez. No porque se pusiera de moda, sino porque visibilizó lo que se oye en los cerros.En 2019 Chico Trujillo sacó el disco “Mambo mundial”. “El pájaro Zinzontle” y “Eléctrico” son un delirio lisérgico cuando el grupo las toca en el Club Deportivo Peñablanca. La misma locura causa LaFloripondio con “Cruz blanca”, canción a su natal Villa Alemana en las tocatas masivas de La Micro. Macha se irá a México para comenzar otro capítulo en su carrera. Hoy el bolero flamea en las lomas porteñas. Otros lo han tomado, como Demian Rodríguez (del sello Música del Sur), quien sigue la tradición escribiendo con un sentimiento que brota del alma. Los fantasmas del “Valparaíso Salvaje” conviven así con la savia fresca. La misma que resiste orgullosa y pertinaz frente al horizonte de agua que define al destino de esta ciudad abatida, pero aún cantada.

https://www.redbull.com/cl-es/projects/red-bull-the-note/spring-summer-2020/the-note-sonidos-de-puerto?fbclid=IwAR3K3Hj3jUX3cWWqoduEDatFPtbLxksd0ncKRoj66S4-snZt0UDLdcBCAS0